miércoles, 4 de noviembre de 2009

El encantador



Eran las ocho de la mañana, se respiraba un aire fresco, la noche anterior había llovido y se respiraba el olor de tierra mojada, Jacobo caminaba por un sendero de pasto a través de lo que parecía un bosque, lo acompañaban su abuelo y su hermano de cuatro años, Jacobo levaba su bicicleta, pero no estaba montado en ella ya que estaba descompuesta.


Entraron a lo que parecí un gran templo, era de color blanco grisáceo y no había muebles ni pinturas, el techo quedaba muy arriba, había poca gente caminando en diversas direcciones, al fondo sobre una pequeña explanada a la que se podía acceder subiendo unos escalones se visualizaban unas cinco personas de entre 20 y 30 años, estaban sentadas como para meditar, Jacobo se acerco al chico de en medio se formó con su abuelo y su hermano había  dos personas antes que ellos para poder hablar con el encantador, cando fue su turno  Jacobo le mostro la bicicleta que era algo pequeña y el encantador sólo dio una vuelta al pedal con su mano derecha y la bicicleta estaba arreglada.



Jacobo esta muy impresionado nunca había oído hablar de aquel lugar, su abuelo lo llevó porque sabía que ahí podían arreglarle la bicicleta, el encantador de en medio arreglaba bicicletas simplemente con tocarlas, Jacobo se dirigió a la salida muy contento, parpadeo y cuando abrió los ojos se encontraba n su habitación, todo había sido un sueño.

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